La producción del vino en el Castillo Perelada está documentada desde la Edad Media, hay varios documentos y pergaminos de la época que aún se conservan en la misma biblioteca. Era 1923 cuando Miguel Mateu compró este conjunto monumental, y uno de sus principales objetivos fue la revitalización de esta tradición vitivinícola, una tradición que hoy se encuentra más viva que nunca y que ha incorporado la más moderna tecnología para elaborar unos vinos que sacan el máximo partido de los matices de los suelos y viñedos del Empordá.
Este impresionante castillo había pertenecido a los condes de Peralada, los jardines y un antiguo convento carmelita anexo. A raíz de ese momento, Don Miguel hizo de Peralada su particular centro de arte, reuniendo allí sus colecciones de vidrio, pintura, cerámica, etc. De esta manera, a lo largo de los años dio forma al Museo del Castillo que hoy abre sus puertas al público.
En 1972 Arturo Suqué tomó las riendas de Perelada tras la muerte de su suegro Miguel Mateu en 1972. Durante décadas, lideró una profunda transformación basándose en la obsesión por la calidad y con la única visión de hacer Perelada una de las bodegas más prestigiosas del país.
Por su parte, Javier Suqué Mateu ha centrado su labor al frente de la bodega en una apuesta por los vinos de calidad, plantando y adquiriendo viñedos y formando un equipo de enólogos de gran prestigio. Cabe destacar además la importante labor realizada en el campo de la investigación, a través de la cual Perelada intenta aprovechar al máximo el enorme potencial vitivinícola del Empordá.